Los muertos vivientes
La democracia es muy frágil. Las tentaciones totalitarias siempre están agazapadas a la espera de una oportunidad para morder la yugular de la democracia. Son como muertos que sacan las descarnadas manos de la tierra para desgarrar al incauto que ha pasado por su tierra sin nombre.
En estos días me han llegados meils en los que me invitan a unirme a la marcha para consolidar este moviento que nació "el histórico y glorioso" jueves de defensa contra el desafuero. El lenguaje de estos nostálgicos no ha variado del de los años 60 en que era inminente la llegada de la revolución en la que se instalaría la dictadura (nunca la democracia) del proletariado.
La hordas han reencarnado como las momias de Guanajuato en las películas del Santo (la analogía es patética, pero perfecta). Los muertos vivientes han encontrado el momento, no importa el motivo, para renacer, para arrojar todo su añejo rencor a la cara de la sociedad. Desean escupir al cielo, no importa que se empuerquen con su propia baba si con ello logran manchar al otro, al prójimo bárbaro.
Las dos facciones políticas, sus cúpulas ejecutantes, saben perfectamente lo que hacen y a lo que juegan. No les importa arrastrar a las masas a un encontronzo puesto que éste es parte de su estrategia. La masa, la no pensante, pero que se cree que piensa y que toma partido en este momento histórico, no quiere darse cuenta de que es carne de cañón de ambos bandos. Ellos juegan sus cartas estratégicamente.
¿Con esto evoluciona, crece, una democracia endeble? ¿Crecen los ciudadanos o, como vemos, se estupidizan?
En estos días me han llegados meils en los que me invitan a unirme a la marcha para consolidar este moviento que nació "el histórico y glorioso" jueves de defensa contra el desafuero. El lenguaje de estos nostálgicos no ha variado del de los años 60 en que era inminente la llegada de la revolución en la que se instalaría la dictadura (nunca la democracia) del proletariado.
La hordas han reencarnado como las momias de Guanajuato en las películas del Santo (la analogía es patética, pero perfecta). Los muertos vivientes han encontrado el momento, no importa el motivo, para renacer, para arrojar todo su añejo rencor a la cara de la sociedad. Desean escupir al cielo, no importa que se empuerquen con su propia baba si con ello logran manchar al otro, al prójimo bárbaro.
Las dos facciones políticas, sus cúpulas ejecutantes, saben perfectamente lo que hacen y a lo que juegan. No les importa arrastrar a las masas a un encontronzo puesto que éste es parte de su estrategia. La masa, la no pensante, pero que se cree que piensa y que toma partido en este momento histórico, no quiere darse cuenta de que es carne de cañón de ambos bandos. Ellos juegan sus cartas estratégicamente.
¿Con esto evoluciona, crece, una democracia endeble? ¿Crecen los ciudadanos o, como vemos, se estupidizan?
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home