Nihil novum sub sole o Déjà vu

martes, noviembre 20, 2007

Jorobas

De pronto uno carga tanto peso que nos hace jorobarnos. Y desde ahí, desde esa jorobez miramos la vida y claro que la miramos con odio, con rencor porque estamos chuecos.

Pero ese peso lo fuimos adquieriendo poco a poco y por nuestro propio gusto: he aquí un disgusto en casa; allá va un malentendio en el tráfico, súbete; en el trabajo una ira que dejamos crecer porque sentimos que el mundo estaba contra nosotros y todos se confabulaban.

Y nos dábamos cuenta cuando veíamos nuestra sombra proyectada sobre las paredes, pero no queríamos reconocernos. Ese reptil no soy yo. Es la sombra de otro.

Y un día de pronto nos levantamos, nos metemos bajo el agua de la regadera y dejamos que como los restos de una enfermedad se vaya todo por el caño. Y entonces nos sentimos más livianos, incluso caminamos más erguidos, más homo sapiens sapiens y salimos a la calle y ya no miramos desde abajo, agazapados, ni tenemos ese enorme bulto sobre nuestra espalda y sí, también nos sorprende esa maravillosa sonrisa en el rostro y la vemos en el espejo de los otros rostros porque nos la reflejan.

Hoy decidí caminar más erguido y perder esa joroba. ¿Ves? Estoy sonriendo.