El vendedor de pararrayos
Es el primer día de trabajo de Joaquín. Va, como ordena la etiqueta, presentable y formal. Lleva lo necesario para su flamante actividad de vendedor de puerta en puerta, sin inmutarlo lo nublado del día.
Toca su primer timbre:
-Buenos días, vengo ofreciendo pararrayos...
¡Dios mío! ¡Un tremendo rayo ilumina con estruendo la entrada de esa casa!
Toca su primer timbre:
-Buenos días, vengo ofreciendo pararrayos...
¡Dios mío! ¡Un tremendo rayo ilumina con estruendo la entrada de esa casa!
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