Nihil novum sub sole o Déjà vu

martes, mayo 15, 2007

Ginecoplastia

Estoy ahora besando tus hombros. Tus suaves hombros, redondos, redondos como mi deseo por ti. Con mis labios sigo su curvatura esférica y por una inexplicable magia sé que estoy esculpiendo la belleza. ¡Qué perfección! No podría embellecerse más. Eres la cumbre de la hermosura.

Mis dedos apenas si te tocan, rozan y delinean tu piel, tu cuello con sus vellitos dorados; tu cuello, la delicada espalda que se entrega a mi contemplación, a mi juego de la creación, y absorto te creo con mi deseo, que esta vez también coincide con tu cuerpo: nada hay más perfecto que tu piel, que tu cuello, que tu espalda con su leve curva celestial. Y yo soy tu dios porque te creo con mi tacto, con mi vista y tú eres mi diosa perfecta que al crearse me crea y me da sentido. ¿Quién crea con su belleza? ¿Quién es creado por el deseo? Yo te creo, amor mío, y creo en ti.