Desayuno ahora un pan de muerto. Adornos que recuerdan los huesos, lo que si, acaso, permanece de nosotros. Polvo y olvido. ¿Cuántos de mis muertos pueblan ya esa república de difuntos? Todos mis abuelos, mi madre, mi primo.
Brindemos, amor mío, por la vida. No es eterna.