Nihil novum sub sole o Déjà vu

martes, febrero 28, 2006

Del libre albedrío

Escúchame bien: como buena cristiana que soy, creo en el libre albedrío..., es decir, creo en la libertad última del ser humano para escoger entre el bien y el mal y labrar su sino. Sin embargo, hay pueblos que creen en la fatalidad, que piensan que la vida de los hombres está escrita con tinta indeleble en grandes libros... Cuando lo cierto es que, más allá de la muerte, no hay nada irremediable, salvo la propia cobardía. Los hombre suelen llamar destino a aquello que les sucede cuando pierden las fuerzas para luchar.

Rosa Montero, Historia del rey transparente

miércoles, febrero 22, 2006

De oficio sepulturero

Las malas noticias mejor que las den cualesquiera menos los profesionales de la información. Cuando ocurre un suceso como el de los mineros atrapados en Coahuila imagino el frotamiento de manos de reporteros y dueños de medios anticipando el botín que obtendrán mientras dure el desenlace de la tragedia que a todos mantiene con el corazón encogido. El joven príncipe Hamlet lo decía al enterrador cuando éste sacaba la calavera del buen bufón Yorik mientras decía obscenos, por impertinentes,chistes: Cualquiera debe ejercer el oficio de sepulturero, menos un sepulturero.

¿Quienes viven de la desgracia se vacunan contra ella?

lunes, febrero 13, 2006

Tautología

Por fin lo comprende mi corazón: vivir la vida es vivirla.

viernes, febrero 10, 2006

El ritmo, el cosmos, la palabra

Rescato una conversación del viejo Borges:

Yo tengo mucha dificultad para escribir, soy un escritor muy premioso, pero precisamente eso me ayuda, ya que cada página mía, por descuidada que parezca, presupone muchos borradores...

­Yo, el otro día, estuve dictándole algo y usted habrá visto cómo me demoro en cada verbo, cada adjetivo, cada palabra. Y, además, en el ritmo, en la cadencia, que para mí es lo esencial de la poesía.




¿Somos la escritura de un dios que cuida con precisión cada palabra, el ritmo, la cadencia? ¿Y quién es el lector de ese dios?

viernes, febrero 03, 2006

El arte de conversar

Hablamos, pero no conversamos. Disputamos, pero rara vez discutimos. La conversación no consiste en formular peticiones o súplicas, ni el ladrarse órdenes o amenazas, ni siquiera en susurrar halagos o promesas de amor. El arte de la conversación es el estadio más sofisticado, más civilizado, de la comunicación por medio de la palabra. Un arte hecho de inteligencia, de humor, de buenos argumentos, de anécdotas e historias apropiadas, de atención a lo que dice el vecino, de respeto crítico, de cortesía... Es tan sofisticado y civilizado este arte que hoy probablemente sólo sigue estando al alcance de algunas tribus de Kalahari que desconocen tanto la prisa funcional como la jerga cibernáutica.

Fernando Savater