Nihil novum sub sole o Déjà vu

jueves, agosto 14, 2008

Miedo al silencio

El último de los amuletos de la contemporaneidad es el teléfono celular.
Si los hombres primitivos usaban amuletos para exorcisar los demonios del mal de ojo, de la catástrofe (un terremoto, una inundción, una erupción), de la muerte a manos del destino (ese dios impredecible y aterrador que aguarda debajo de una piedra, en la punta de una flecha envenenada, en las fauces de un animal) y en general del miedo al mundo externo, en nuestros días, ese comportamiento primitivo lo veo en el teléfono celular. Ese disfraz de modernidad tecnológica no le quita su verdadera identidad de amuleto contra el miedo a ese otro gran demonio: la Soledad.

Las personas llaman, envían mensajes, la mayoría de las veces triviales, sólo para apaciguar la angustia de la soledad. Es un grito de "Hey, aquí estoy, aquí, en lo profundo de este pozo, quién está allá arriba, sálvenme".

Tantos millones de personas, tantos medios de comunicación y cada uno está irremediablemente solo: el silencio me hace pensar en mí mismo y yo mismo soy una soledad, y si soy soledad entonces soy lo que más me aterra!

Sólo así me explico ese frenesí carísimo de hablar obsesivamente, de enviar mensajes obsesivamente, de chatear obsesivamente: para olvidarnos de nosotros mismos, para emborracharnos en la ilusión de que estamos acompañados en este desolado mundo.

Quien sabe convivir con su soledad, ha logrado matar al demonio y está a salvo de la angustia.

miércoles, agosto 13, 2008

Animal ceremonioso

Hace un mes que murió mi hermano. Hace un mes que dio ese salto a ese abismo que cada día lo aleja más de nosotros.
¿Cómo no pensar en todo lo que los animales ceremoniosos hemos inventado: habrá ido a un cielo, su alma habrá transmigrado a otro cuerpo, se está preparando para ser mejor espíritu universal antes de incorporarse al TODO del que procede y se completa el periplo de la vida? Misterio.
Nostalgia de mi hermano, de su ya no estar, de no volver a escuchar su voz grave, su sencilla risa, sus tontos chistes y sí, de pensar ¿En qué lugar lo irán a matar, dónde morirá por esa enfermedad del alcoholismo?
Mi hermano murió casi como un santo. Aún recuerdo el santo olor del jazmín que minutos antes de morir inundó la habitación, su tranquilidad ante la muerte, su sentimiento del deber cumplido y nosotros ahí, rodeándolo casi contemplativamente.
Animal ceremonioso como soy, hoy a un mes de tu muerte, te recuerdo, te pienso, te siento.

viernes, agosto 01, 2008

Requiem

Alejandro Aura, poeta mexicano, falleció el martes. Pero nos dejó un hermoso poema que comparto:

DESPEDIDA

Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.



Sirvan estas hermosas palabras para despedir también a mi hermano.